lunes, 11 de octubre de 2010

Otro año más

10/10/10

Desde el día 10, como cada año en estas fechas, soy un año más viejo. Pero esta vez no ha sido como las otras veces; semejante fecha merecía una celebración especial, y vaya que la he tenido. Lo único que faltó ese día fue que cumplí 37 y no 42 (dejo como tarea el porqué de la cifra).

Empecé levantándome a las 8:30. El peque de la casa todavía no entiende de domingos, de que la noche anterior me durmiera a las 2 de la mañana, ni de que fuera mi cumple, así que él se despertó a la hora aproximada de siempre y, cómo no, quiso que los demás compartiésemos su alegría por estar despierto.

Después de bañarme, afeitarme y vestirme para la ocasión (no siempre se cumplen años en una fecha así), desayunar, hablar con mis padres y poco más, salimos a celebrarlo comiendo como hacía tiempo que no comía (año y medio, más o menos, desde la última visita a España).

El menú

De entrada pedimos chopitos —que aunque en la carta venían como calamares no decepcionaron demasiado— y chorizo a la sidra. No contento con eso, me pedí un chuletón poco hecho, no muy grande, pero que me supo a gloria.

Tranquilos, no se me enfaden, no es que esté en España y no haya avisado a nadie. Lo que ocurre es que, después de 5 años aquí, por primera vez fuimos a comer a un restaurante español: El Centro Castellano.

La Crítica

El lugar es bastante acogedor, al más puro estilo de mesón castellano. Viviendo en España, algo así se ve como rústico, lo normal en un mesón, etc.; pero viviendo fuera, entras en un sitio así y, la verdad, te hace sentir como en casa.

El trato de los meseros, incomparable. No es sólo que el lugar fuese como estar en casa, es que te sentías tan atendido y estaban tan pendientes de ti como en la misma.

La comida, excepto el detalle de que en el menú ponía calamares y en realidad eran chopitos, muy buena. El chorizo a la sidra buenísimo y el chuletón, aunque un poco pequeño en comparación con otros que he comido en mi vida, jugoso y con un sabor delicioso.

Para los niños tienen periqueras y, aunque no vimos menú de niños, Josué disfrutó de unos espaghetti a la boloñesa que creo que le gustaron mucho. Los chipirones no le hicieron mucha gracia, pero imagino que fue porque estaban duros para él.

Conclusión

En definitiva, un restaurante que espero volver a visitar tantas veces como nos lo permita nuestra economía. Espero que no pasen otros 5 años.