sábado, 25 de julio de 2009
¿Y ahora qué? (Parte II)
Por fin, después de 6 meses de vacaciones, el 18 de junio entré a trabajar en una cárnica. Estoy trabajando por honorarios, que es lo que está de moda ahora para librarse de pagar indemnizaciones. Trabajo, decía, para una empresa que vende mis servicios a una hipotecaria; a su vez, el departamento de sistemas de ésta, que es el cliente real de mi empresa, nos usa para realizar programas para otros departamentos.
En esta ocasión, por lo menos he subido un peldaño en la categoría de la carne:
antes era desarrollador (carne molida) y ahora
trabajo de analista (digamos bistec). En concreto,
en el proyecto actual estoy trabajando de analista de negocio, que se traduce
en que el cliente tiene una necesidad, me la cuenta, le presento mi propuesta
y presiono coordino a los desarrolladores para que lo hagan
en el tiempo fijado.
Reconozco que al principio me daba algo de miedo, incluso es algo que seguramente no hubiese aceptado de no haber estado sin trabajo. Además, yo pensaba que me estaban entrevistando para programador; y así era al principio, pero cuando el que ahora es mi jefe me entrevistó, me encasilló en analista.
Mi anterior trabajo era casi puramente desarrollar, aunque a veces me tocaba hacer análisis de requerimientos, no tan formales como ahora (que si modelos, que si prototipo, etc.), pero análisis a fin de cuentas. Aún así, no sabía si iba poder realizar el trabajo. Tenía algo de pánico, la verdad.
Una vez leí una historia, que en cuanto tengo ocasión se la cuento a quien pueda necesitarla; esta vez me ha tocado que me la cuente a mí mismo:
Una vez iban paseando por un bosque un monje tibetano y su pequeño saltamontes. En esto, cuando pasaban cerca de una granja, vieron que había una vaca pastando alegremente.
Al ver a la vaca, el monje le dijo al discípulo que la llevara hasta un barranco cercano y la tirase por él. Por supuesto, el discípulo al principio se negó, argumentando que posiblemente esa vaca era el único sustento que tenían los de la granja, pero al final obedeció al monje.
Pasaron los años y al pequeño saltamontes le quedó remordimiento de conciencia; tanto, que no podía dormir bien por las noches. Así estuvo, hasta que unos años después pasó cerca de allí y decidió hacer una visita a los granjeros. Cuando se aproximó a donde estaba la granja, vio con sorpresa que en su lugar había un hotel de 5 estrellas, lo cual no hizo más que aumentar sus remordimientos, pensando que se había cargado a los granjeros.
Al ver a un joven que paseaba por allí, le preguntó: «disculpa, ¿sabrías decirme qué le ocurrió a los granjeros que antes habitaban aquí?». El joven le dijo que sí, que él era el hijo; también le dijo que hacía años su vaca se había caído por un barranco, quedándose ellos sin el único sustento que tenían. Al principio lo pasaron mal, pero conforme transcurría el tiempo fueron descubriendo que tenían otras habilidades, de las que nunca se habían dado cuenta antes, ya que estaban demasiado acomodados haciendo lo de siempre.
Ese día, el pequeño saltamontes por fin aprendió lo que su maestro le intentó enseñar hacía años: a veces, necesitamos que nos obliguen a salir de nuestra zona de confort; sólo así descubrimos que tenemos talento para otras cosas, que a veces nos llevan a mejorar nuestro estatus o nuestra calidad de vida.
Asi me ha pasado a mí, que estaba acomodado, pensando que no servía para otra cosa más que para programar lo que otros me dijeran y como me dijeran. Incluso decía que a mí no me gustaría dejar de programar (y es cierto). Hasta que un día me sacaron de mi confort despidiéndome y he descubierto tres cosas:
- Que la fase de análisis se me da tan bien y me gusta casi tanto como programar.
- Que esto me permite programar por gusto, no por obligación, por sacar un dinero extra o simplemente por curiosidad de aprender algún lenguaje nuevo, sin la presión de que tenga que ser algo que me dé trabajo fácil y a ser posible bien pagado.
- Joé, si hasta me siento cómodo trabajando de nuevo con traje.
4 aztecas han puesto su comentario, hazlo tú:
Sí, realmente eso está bien (aunque yo prefiero esas reuniones en chandal y con pizzas......)
Enhorabuena Fran. Ya tocaba, despues de medio año de vacaciones ...
Ya nos contaras que tal te va el nuevo curro. Igual nos animas y acabamos todos tirando nuestra vaca por el barranco :)
@Pablo: Precisamente lo de las pizzas fue ya en este nuevo trabajo, nunca dije nada de chandal ;-).
@J.Damian: Gracias. Pues lo de la vaca suele ser buena idea, al menos para los que llevábamos toda la vida (laboral) trabajando en lo mismo y el mismo sitio... ejem...
Fonda, los sitios de comida corrida se suelen llamar "fondas":P
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